La fuente primaria principal en lo relativo a las Guerras Médicas es el historiador griego Heródoto. Este autor, que ha sido calificado como "El Padre de la Historia",[8] nació en el año 484 a. C. en Halicarnaso, en Asia Menor (una zona gobernada por el Imperio persa). Escribió su obra Historias entre 440 y 430 a. C., intentando encontrar los orígenes de las Guerras Médicas, que por entonces todavía eran un hecho relativamente reciente en la historia (las guerras acabaron finalmente en 449 a. C.).[9] El enfoque de Heródoto fue una completa novedad, al menos en la sociedad occidental, y por esta razón se considera que inventó la Historia tal y como la conocemos hoy en día.[9] El historiador Holland afirma sobre el particular que: "Por primera vez, un cronista se propuso encontrar los orígenes de un conflicto no en un pasado tan remoto como para que resultase fabuloso, ni en los caprichos o deseos de algún dios, ni en una afirmación del pueblo manifestando su destino, sino mediante explicaciones que pudiera verificar él personalmente."[9]
Muchos de los posteriores historiadores antiguos, a pesar de seguir sus pasos, menospreciaron a Heródoto y se consideraron a sí mismos seguidores de Tucídides.[10] Sin embargo, Tucídides eligió comenzar su historia a partir del punto en donde terminó Heródoto (en el sitio de Sestos), por lo que debió considerar que éste había hecho un trabajo razonablemente bueno resumiendo la historia anterior. Plutarco, por su parte, criticaba a Heródoto en su ensayo Sobre la malignidad de Heródoto, describiéndole como "Philobarbaros" (amante de los bárbaros) por no haber sido suficientemente pro griego. Esto sugiere que Heródoto pudo haber realizado un buen trabajo en lo que a neutralidad se refiere.[11] A la Europa del Renacimiento acabó llegando una visión negativa sobre Heródoto, si bien su obra continuó leyéndose de forma habitual.[12] Sin embargo, a partir del siglo XIX su reputación fue rehabilitada drásticamente por los descubrimientos arqueológicos que fueron confirmando de forma repetida su versión de los hechos.[13] La visión que prevalece actualmente sobre Heródoto es que, en general, hizo un buen trabajo en su Historia, aunque algunos detalles específicos (en especial el número de soldados y las fechas) deberían observarse con escepticismo.[13] Por otro lado, sigue habiendo algunos historiadores que consideran que Heródoto inventó gran parte de su historia.[14]
Lesly
viernes, 14 de octubre de 2011
historia de las grades batallas stalingrado
La Batalla de Stalingrado fue un enorme y sangriento enfrentamiento entre las fuerzas alemanas y los ejércitos soviéticos por la ciudad de Stalingrado, actual Volgogrado, entre junio de 1942 y febrero de 1943, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Con bajas estimadas de tres a cuatro millones de personas, entre soldados de ambos bandos y civiles, la Batalla de Stalingrado es considerada como la más sangrienta en la historia de la humanidad. Los alemanes la llamaron «Rattenkrieg», «guerra de ratas».
Después de que Adolf Hitler desviase fuerzas de la imparable Fall Blau hacia Stalingrado, se libraron dentro de la ciudad intensos combates urbanos, sin que ningún bando se hiciese con el control total de las ruinas. En noviembre de 1942, una contraofensiva soviética atraparía al 6º Ejército Alemán, que sería aniquilado cien días después
Avance hacia el Don
El 10 de mayo, el general Friedrich Paulus, comandante del 6° Ejército Alemán, presentó al Mariscal de Campo Fedor von Bock un esbozo de la «Operación Federico». Paulus había tomado el mando del 6° Ejército poco antes, después de que su anterior comandante, Walter von Reichenau, falleciera a consecuencia de un ataque cardíaco sufrido después de hacer ejercicio en la campiña rusa a temperaturas bajo cero. La Operación Federico significaba la consolidación del frente delante de Járkov, recién capturada por Alemania. No obstante, el mariscal Semión Timoshenko se adelantó a Paulus, ya que el 12 de mayo emprendió una contraofensiva desde Vorónezh, cuyo objetivo era precisamente la liberación de Jarkov, rodeando al 6° Ejército en un movimiento de pinza. Cuando 640.000 soviéticos junto con 1.200 tanques se lanzaron contra las fuerzas de Paulus, este se encontró al borde del desastre. Solamente la oportuna llegada del 1° Ejército Panzer de Ewald von Kleist permitió revertir la situación de la ofensiva, y en lugar de ser capturados, los hombres de Paulus ayudaron a los de Von Kleist a capturar los Ejércitos soviéticos 6º y 57º en Barvenkovo. Unos 240.000 soldados eslavos fueron capturados, fracasando la contraofensiva de Timoshenko.
Consecuencias de la rendición
Oficialmente 91.000 fueron los prisioneros de la batalla final de la Ciudad de Stalingrado; de estos muy pocos estaban vivos para el comienzo de la primavera (solo 5.000 a 6.000 alemanes sobrevivieron hasta el fin de la guerra) debido a epidemias de disentería y de tifus entre los prisioneros.
Las consecuencias de esta catástrofe fueron inmensas y de gran alcance. Por primera vez, Alemania perdía la iniciativa de la guerra y tenía que colocarse a la defensiva. De hecho la Wehrmacht carecía ya de los elementos logísticos necesarios para avanzar más hacia el este y las orillas del Volga fueron precisamente el punto más oriental alcanzado por tropas alemanas en Europa. Después de esta batalla la Unión Soviética surgió engrandecida y con la iniciativa de la guerra que la asolaba en las manos de sus líderes.
historia de austerlitz
Movimientos Preliminares
En agosto de 1805, Napoleón, Emperador de Francia desde mayo del año anterior, centró la atención de su ejército del Canal de la Mancha al río Rin con el fin de hacer frente a las amenazas de los ejércitos ruso y austríaco. El 25 de septiembre, luego de una gran movilización que se mantuvo en secreto, 200.000 soldados franceses comenzaron a cruzar el Rin en un frente de 300 kilómetros. Mack había reunido a la mayor parte del ejército austríaco en la fortaleza de Ulm, en Baviera. Napoleón esperaba colocar a sus tropas al norte y realizar un giro que encontraría a los franceses con la retaguardia austríaca. La maniobra de Ulm fue bien ejecutada el 20 de octubre. Mack y 20.000 tropas austríacas se rindieron en Ulm, sumando un total de 60.000 prisioneros en lo que iba de la campaña con solo el mínimo esfuerzo. A pesar de que la espectacular victoria fue eclipsada por la derrota de la flota franco-española en la Batalla de Trafalgar el día siguiente, el triunfo francés en el continente continuó al caer Viena en Noviembre, repleta con 100.000 mosquetes, 500 cañones, provisiones y varios puentes intactos a lo largo del Danubio.
Mientras tanto, la tardía llegada del ejército ruso al mando del general Kutúzov le impidió salvar a los ejércitos austríacos, por lo que Kutúzov decidió replegarse hacia el noreste para esperar refuerzos y para reunirse con las tropas austríacas supervivientes. Los franceses los siguieron pero pronto se hallaron en una difícil situación: las intenciones de Prusia eran desconocidas y podrían ser hostiles, los rusos y los austríacos se habían encontrado, y para dificultar más la situación, las líneas de comunicación de Napoleón eran extremadamente largas y requerían estar fuertemente custodiadas para mantenerse abiertas. Napoleón se dio cuenta de que era necesario forzar a los Aliados a luchar. Afortunadamente para él, el zar ruso estaba ansioso de luchar.
Planes y disposiciones de los Aliados
Una asamblea de los Aliados se reunió el 1 de diciembre, con el fin de discutir proposiciones para la batalla. La mayoría de los estrategas aliados tenían dos ideas fundamentales en mente: hacer contacto con el enemigo y asegurar el flanco sur que conducía a Viena. A pesar de que el Zar y su círculo inmediato ansiaban una batalla, el Emperador Francisco de Austria era más cauteloso, y era apoyado por el general Kutúzov, el principal comandante ruso. La presión por luchar de parte de los nobles rusos y los comandantes austríacos, sin embargo, fue muy fuerte, y los Aliados adoptaron un plan de batalla, el cual consistía en una ofensiva principal contra el flanco izquierdo francés, que se hallaba ligeramente defendido. Los Aliados desplegaron a la mayoría de sus tropas en cuatro columnas que atacarían el flanco derecho de los franceses, mientras los rusos mantendrían de reserva las tropas bajo el mando del general
En agosto de 1805, Napoleón, Emperador de Francia desde mayo del año anterior, centró la atención de su ejército del Canal de la Mancha al río Rin con el fin de hacer frente a las amenazas de los ejércitos ruso y austríaco. El 25 de septiembre, luego de una gran movilización que se mantuvo en secreto, 200.000 soldados franceses comenzaron a cruzar el Rin en un frente de 300 kilómetros. Mack había reunido a la mayor parte del ejército austríaco en la fortaleza de Ulm, en Baviera. Napoleón esperaba colocar a sus tropas al norte y realizar un giro que encontraría a los franceses con la retaguardia austríaca. La maniobra de Ulm fue bien ejecutada el 20 de octubre. Mack y 20.000 tropas austríacas se rindieron en Ulm, sumando un total de 60.000 prisioneros en lo que iba de la campaña con solo el mínimo esfuerzo. A pesar de que la espectacular victoria fue eclipsada por la derrota de la flota franco-española en la Batalla de Trafalgar el día siguiente, el triunfo francés en el continente continuó al caer Viena en Noviembre, repleta con 100.000 mosquetes, 500 cañones, provisiones y varios puentes intactos a lo largo del Danubio.
Mientras tanto, la tardía llegada del ejército ruso al mando del general Kutúzov le impidió salvar a los ejércitos austríacos, por lo que Kutúzov decidió replegarse hacia el noreste para esperar refuerzos y para reunirse con las tropas austríacas supervivientes. Los franceses los siguieron pero pronto se hallaron en una difícil situación: las intenciones de Prusia eran desconocidas y podrían ser hostiles, los rusos y los austríacos se habían encontrado, y para dificultar más la situación, las líneas de comunicación de Napoleón eran extremadamente largas y requerían estar fuertemente custodiadas para mantenerse abiertas. Napoleón se dio cuenta de que era necesario forzar a los Aliados a luchar. Afortunadamente para él, el zar ruso estaba ansioso de luchar.
Planes y disposiciones de los Aliados
Una asamblea de los Aliados se reunió el 1 de diciembre, con el fin de discutir proposiciones para la batalla. La mayoría de los estrategas aliados tenían dos ideas fundamentales en mente: hacer contacto con el enemigo y asegurar el flanco sur que conducía a Viena. A pesar de que el Zar y su círculo inmediato ansiaban una batalla, el Emperador Francisco de Austria era más cauteloso, y era apoyado por el general Kutúzov, el principal comandante ruso. La presión por luchar de parte de los nobles rusos y los comandantes austríacos, sin embargo, fue muy fuerte, y los Aliados adoptaron un plan de batalla, el cual consistía en una ofensiva principal contra el flanco izquierdo francés, que se hallaba ligeramente defendido. Los Aliados desplegaron a la mayoría de sus tropas en cuatro columnas que atacarían el flanco derecho de los franceses, mientras los rusos mantendrían de reserva las tropas bajo el mando del general
historia de hastings
Harald III fue el primero en mover ficha, invadiendo Inglaterra desde el norte con una flota de 300 barcos y 5.000 hombres, a los que se unieron los apoyos brindados por Tostig. Sin embargo, cuando su ejército marchaba hacia el sur para tomar Londres, los hombres de Harold II le salieron al encuentro y entablaron dura batalla sobre el puente de Stamford, cerca de finalizó con una aplastante victoria de los sajones, en la que murieron 4.500 invasores noruegos (incluido Harald) y se destruyó el 90% de su flota; se la considera por ello el ocaso de las invasiones vikingas. Los escasos 500 supervivientes embarcaron en los 30 barcos restantes y volvieron a Noruega después de que el hijo de Harald, Olaf —que sobrevivió a Stamford Bridge, donde luchó junto a su padre—, firmara una declaración en la que se comprometía a no invadir Inglaterra jamás.
La batalla
Por su parte, Guillermo dispuso a los arqueros (armados tanto con arcos normales como con el arco largo —cuerpo especializado que sería la estrella de los ejércitos ingleses posteriores) y a los ballesteros en primera fila, seguidos por la infantería. Por último, situó la caballería (la conroi), comandada por él mismo, en la retaguardia. Los infantes y jinetes bretones se dispusieron en el flanco izquierdo, mientras que los franco-flamencos se dispusieron en el flanco derecho, todos ellos protegidos a su vez por las líneas de arqueros.
Por su parte, Guillermo dispuso a los arqueros (armados tanto con arcos normales como con el arco largo cuerpo especializado que sería la estrella de los ejércitos ingleses posteriores) y a los ballesteros en primera fila, seguidos por la infantería. Por último, situó la caballería (la conroi), comandada por él mismo, en la retaguardia. Los infantes y jinetes bretones se dispusieron en el flanco izquierdo, mientras que los franco-flamencos se dispusieron en el flanco derecho, todos ellos protegidos a su vez por las líneas de arqueros.
La batalla
[editar] Preparativos
Las fuerzas se desplegaron al amanecer del día 14 de octubre de 1066 a unos 10 kilómetros y medio de Hastings. Con el fin de rechazar mejor los ataques normandos, las fuerzas de Harold ocuparon la cima de la colina de Senlac. A su derecha había un terreno pantanoso, mientras que el flanco izquierdo estaba protegido por el arroyo de Asten. Los normandos quedaban por tanto obligados a atacar de frente y cuesta arriba, lo que otorgaba una gran ventaja de partida a las fuerzas sajonas. Harold dispuso en la retaguardia a los Fyrdmen, mientras que delante de ellos se apostaron los veteranos y bien pertrechados huscarles, prestos a defender sus posiciones de cualquier ataque normando.Por su parte, Guillermo dispuso a los arqueros (armados tanto con arcos normales como con el arco largo —cuerpo especializado que sería la estrella de los ejércitos ingleses posteriores) y a los ballesteros en primera fila, seguidos por la infantería. Por último, situó la caballería (la conroi), comandada por él mismo, en la retaguardia. Los infantes y jinetes bretones se dispusieron en el flanco izquierdo, mientras que los franco-flamencos se dispusieron en el flanco derecho, todos ellos protegidos a su vez por las líneas de arqueros.
Preparativos
Las fuerzas se desplegaron al amanecer del día 14 de octubre de 1066 a unos 10 kilómetros y medio de Hastings. Con el fin de rechazar mejor los ataques normandos, las fuerzas de Harold ocuparon la cima de la colina de Senlac. A su derecha había un terreno pantanoso, mientras que el flanco izquierdo estaba protegido por el arroyo de Asten. Los normandos quedaban por tanto obligados a atacar de frente y cuesta arriba, lo que otorgaba una gran ventaja de partida a las fuerzas sajonas. Harold dispuso en la retaguardia a los Fyrdmen, mientras que delante de ellos se apostaron los veteranos y bien pertrechados huscarles, prestos a defender sus posiciones de cualquier ataque normando.Por su parte, Guillermo dispuso a los arqueros (armados tanto con arcos normales como con el arco largo cuerpo especializado que sería la estrella de los ejércitos ingleses posteriores) y a los ballesteros en primera fila, seguidos por la infantería. Por último, situó la caballería (la conroi), comandada por él mismo, en la retaguardia. Los infantes y jinetes bretones se dispusieron en el flanco izquierdo, mientras que los franco-flamencos se dispusieron en el flanco derecho, todos ellos protegidos a su vez por las líneas de arqueros.
historia de waterloo
El 26 de febrero de 1815, el emperador Napoleón Bonaparte huye de su exilio forzado en la isla de Elba y se encamina hacia Francia. Decide reunirse con las principales potencias europeas (La Séptima Coalición) e intenta desesperadamente pactar con ellos, lo cual no le salió bien ya que ya no le consideraban el emperador de Francia y ya nadie le quería escuchar. Aquello le dolió profundamente y decidió invadir Bélgica, lugar principal donde los aliados de la Séptima Coalición se habían instalado. Ante todo, volver a rescatar el trono francés, en manos del rey Luis XVIII, nieto de Luis XV y a reclamar a Austria a su hijo, nacido de su segundo matrimonio con la archiduquesa Maria Luisa, el rey de Roma.
Napoleón no tardaría mucho en volver a ser el emperador que fue anteriormente a su exilio en Elba y empezó a movilizar sus tropas hacia el norte del país, pasando la frontera belga y ganando territorios. La época en que Napoleón comenzó la invasión hacia los Países Bajos, denominado, Los Cien Días. La ofensiva preparada enfrentaría a todas las tropas que pudo conseguir en su país por aquel entonces. Para él, la batalla ya era ganada nada más empezarla el seis de junio. No aceptaba a Wellington al que tachaba de mediocre y de segundo rango, puesto que el general inglés gozaba entonces de un declive en su carrera y de las malas relaciones políticas por las que su país pasaba con Prusia, uno de sus aliados. Su ambiciosa idea expansionista le iba a costar muy cara tras la batalla de Waterloo y su idea hacia Wellington también cambiaría.
Wellington que se encontraba en Bruselas, quedó perplejo por las avanzadillas francesas. Junto a él se encontraban los principales generales de la Séptima Coalición. Por otra parte, Austria que durante muchos años fue enemiga de Francia, recibió por entonces, cartas del propio Bonaparte, reclamando la custodia de su único hijo. El inglés alertó a todos los altos mandatarios de la Coalición y se encaminaron hacia la frontera belga con Francia para parar los ataques y avanzadillas de las tropas napoleónicas que iban ganando terreno e iban acercándose a Bruselas. Por su parte, las tropas aliadas de Prusia partían desde Lieja y entraban a Alemania, unos 75 kilómetros entre las tropas británicas y prusianas. La gran distancia que los separaba podía dar una gran oportunidad a Bonaparte para atacar los Países Bajos y atacarles uno por uno sin esperar que uno defendiera al otro
Diario de la batalla:
El diez de junio de 1815, las tropas napoleónicas ya tomaban posición en la frontera belga.El día 15 de junio por la mañana, el destacamento de Reille alcanzó Marienne comenzando la primera batalla con los destacamentos de Ziethen. Al día siguiente, el dieciséis, los franceses se enfrentaron a los británicos en Quatre Bras encabezados por el duque de Wellington, mientras que Bonaparte luchaba en otro frente en Ligny contra los destacamentos prusianos encabezados por el general Blücher, ganando en poco tiempo la batalla. Ya entonces, el mariscal Grouchy fue enviado por Napoleón para perseguir a los prusianos que contaban con 30.000 soldados para que no llegaran ni a reunirse ni a reagruparse de nuevo. Poco tiempo después, el duque de Wellington movilizó a sus tropas y se refugió en una granja del Monte de Sant Jean, cerca de Wellington, provocando que las tropas francesas cambiaran su situación estratégica con una nueva dirección. La retirada de los aliados de la coalición al mando de Brujee, obligó a perseguirlos con 30.000 hombres, un tercio de las tropas de Napoleón
A las 15 horas, en Charleroi, llegaba el 3º Cuerpo donde ocurrieron algunos errores militares provocando así que, el propio Bonaparte se personalizara rápidamente en aquel lugar enfrentándose a las tropas prusianas que contaban con dieciséis mil soldados. Tras alguna deserción en las tropas francesas por parte de algún que otro general, las tropas de Bonaparte consiguen avanzar y colocarse en buenas posiciones.
El tiempo meteorológico no acompañó durante los últimos días previos a la batalla de Waterloo, y se esperaron fuertes lluvias y neblina, lo cual no ayudó durante las batallas previas, como la de Wavre. Las tropas británicas iban avanzando hacia la costa bajo el sonido de las gaitas escocesas.
El diecisiete de junio, los británicos se instalaban en lo alto del monte Sant Jean ocupando el bando derecho. Estos junto a los belgas y los holandeses, esperaron hasta el último momento la llegada de los prusianos. Por su parte, Napoleón se estableció en otra franja de la zona para proyectar el ataque.
sonido de las gaitas escocesas.
El diecisiete de junio, los británicos se instalaban en lo alto del monte Sant Jean ocupando el bando derecho. Estos junto a los belgas y los holandeses, esperaron hasta el último momento la llegada de los prusianos. Por su parte, Napoleón se estableció en otra franja de la zona para proyectar el ataque.
Napoleón Bonaparte | Duque de Wellington |
La gran mayoría de los aliados y las tropas de Napoleón se encontraron frente a frente. Todos esperaron que Francia empezara el enfrentamiento y Wellington, siempre pendiente de un reloj que marcaba la hora exacta de los enfrentamientos, ordenó a uno de sus oficiales que se fuera escribiendo en cada momento y en cada hora, lo que allí iba sucediendo, simplemente se estaba escribiendo la historia de primera mano.
Tras el almuerzo de todas las tropas, se posicionaron cada uno en su bando; Wellington inicia la ofensiva contra un ataque frontal de las tropas de Bonaparte, quien comenzará a responder a señales débiles de sus tropas. La artillería francesa tenía una gran fama y era temeroso y Bonaparte pensaba que era lo mejor que tenía para ganar la batalla. El Mariscal Grouchy tenía 30.000 hombres que Napoleón esperaba con ansia, pero que no llegarían durante aquella mañana. En la reserva se mantuvo el emperador con la guardia imperial y el sexto cuerpo, mientras que De la Colonialé se disponía a colocarse en el bando derecho de la batalla y el mariscal Ney en el bando izquierdo. Al poco tiempo, aparecía el mariscal de campo francés Grouchy, posicionándose con la reserva de caballería.
(Plano de la Batalla de Waterloo a primera hora de la mañana)
El 18 de junio, la mañana de domingo, nubosa y fría comenzó con un desayuno para todas las tropas, esperando que la neblina espesa se levantara y el clima mejorara. El campo de batalla era un barrizal blando de unos diez centímetros. Uno de sus mariscales, aconsejó a Bonaparte que retrasara el encuentro, pero el emperador no quiso esperar, ya que para él, “las batallas podían acabar incluso en tan solo treinta minutos”. En la gran explanada de Waterloo, se iban posicionando las tropas de la coalición esperando el avance de las tropas de Napoleón que a acordes de música francesa, iban colocándose para la batalla. Al mediodía la neblina iba levantando poco a poco, cuando Napoleón apareció montado en su gran caballo blanco bajo los vítores de sus soldados. Las tropas prusianas contestaron a las francesas con cánticos heroicos de su país. Los británicos empezaron a animar a sus tropas con “El poema cantado d’Atty”, a la espera del primer ataque por parte de Francia.
A las 11.35 h. Napoleón empezó abriendo fuego sobre las tropas de Wellington que se encontraba en lo alto de una cima del monte de St Jean a unos 8 kilómetros de explanada. De los tres cientos sesenta y seis cañones y más de ciento veintidós mil hombres, hubo cuarenta y una mil bajas. De todos sus cañones, ochenta y cuatro apuntaban el bando británico que contaba con 3.500 soldados. Por su parte la Séptima coalición superaba en todos los efectivos a los franceses.
Catorce mil soldados se enfrentaron directamente sobre las tropas británicas, un número muy superior a la de su enemigo.
A las 15.30 h. Wellington ordenó el retroceso de 5.000 jinetes de la caballería británica para poder cambiar su situación estratégica sobre el monte, para el mariscal francés Ney, aquello daba a entender la flaqueza de los actos del duque inglés. Una hora y media después, los británicos volvieron a utilizar la caballería y a las 18 h. Ney atacó de nuevo sobre el bando británico mientras que Napoleón se enfrentaba entonces al prusiano. Un error que cometieron y que ha sido muy comentado por los estudiosos e historiadores, fue que al atacar a la caballería sin apoyo de la infantería sería el detonante del fin de la batalla. A las 19 h. los prusianos dominan ya la batalla y Napoleón junto a Ney siguen encabezando las tropas francesas. El cansancio y el dolor van apagando el fuero francés y cada vez van quedando menos.
A las 21 horas Wellington y el general prusiano Blücher se reúnen en el cuartel general del emperador donde hallaran al mariscal francés Colonialé y una hora después celebran su triunfo sobre las tropas francesas. El fin de aquella batalla cruel y desmesurada abrió un nuevo hito en la historia de las batallas. Por su parte, Napoleón Bonaparte huye hacia Paris donde se refugiará y las tropas aliadas con Blücher le perseguirán para darle caza.
El primer día de julio, el general prusiano entrará poco tiempo después en Versalles junto a los ejércitos de los aliados y restauraran a la familia real francesa con Luis XVIII de Borbón y Sajonia que morirá en 1824. El 22 de julio, Bonaparte se rinde ante sus enemigos y abdica sobre su hijo, Napoleón II Francisco José Carlos Bonaparte (1811-32) sobre un acta adicional a las Constituciones del Imperio. El acto de rendición se realizó en Rochefort, lugar donde capituló delante del capitán británico, Bellerophon. Su hijo no reinaría mucho tiempo.
Napoleón es enviado el 26 de julio (Día de Santa Ana) a la Isla de Helena, a 2.800 kilómetros de la costa de Angola (África), en pleno Océano Atlántico. Esta isla pertenece desde hace más de dos cientos años a la corona británica.
El gran general Bonaparte moriría en aquella isla seis años después de su llegada el 5 de mayo de 1821.
Su hijo, nieto del emperador Francisco I de Austria, morirá de tuberculosis en 1832 en el palacio imperial de Schönnbrunn (Viena); su cuerpo descansó hasta la Segunda Guerra Mundial junto a sus antepasados en la capital austriaca, hasta que Hitler trasladara sus restos a Paris, para ser enterrado junto a su padre en el Panteón de los Inválidos, lugar donde los retos de Napoleón I fueron trasladados en 1840 desde la isla de Santa Helena, tras haber muerto por un potente arsénico, según los últimos análisis a un mechón de su pelo.
ESPAÑA, AÑO 1815
España por su parte estaba viviendo el Sexenio Absolutista desde hacía ya un año. El rey borbón, Fernando VII había derogado la Constitución de 1812 el 12 de mayo del 14, convirtiéndose así en el único monarca legitimista del país, centrándose en un gobierno personal que beneficiaba tan solamente la voluntad del nuevo rey, sucesor de su padre Carlos IV que abdicó a favor suyo. Las personas asociadas al movimiento Liberal serían perseguidas y acosadas constantemente mientras que a los afrancesados (unos 12.000, según Artola), seguidores del rey José I Bonaparte de España y Nápoles, se les daba más margen. Durante el Sexenio Absolutista de Fernando VII, también destacó los intentos de reforma de Hacienda y el fortalecimiento de la oposición liberal.
Desde la llegada de Fernando VII al trono y hasta unos años después, la economía del reino español fue deplorable, las causas las vemos en la agricultura esquilmada, una industria deshecha, las vías de comunicación eran inservibles y las arcas de Hacienda estaban vacías, a causa de los cuales, los precios públicos cayeron trágicamente, y también se le debe al comienzo de la independencia de colonias americanas, a la paralización de la economía española, una fuerte crisis económica también a causa del cierre de bancas, empresas que quebraban y la reducción del comercio exterior. Estamos en una época de contrabando, de inseguridad nacional.
España aclamaba grandes cambios políticos, sociales y económicos con urgencia. Una política insegura y una nueva ley de contribución especial al clero y a la nobleza agravaron aún más el estado de emergencia. Por su parte, Mendizábal comenzó su periplo en su conocida y archifamosa desamortización de Mendizábal, que destruiría muchas iglesias, monasterios, conventos y prioratos innecesarios para acortar gastos económicos de la Hacienda Pública.
Napoleón Bonaparte | Duque de Wellington |
Suscribirse a:
Entradas (Atom)